PRESENTACIÓN: mujer de 60 años. Es paciente esporádica de esta farmacia comunitaria. Acude con recetas de papel a por su medicación. Diagnosticada de osteoporosis, en tratamiento con bifosfonato y calcio con vitamina D; diabetes tipo II bien controlada y en tratamiento con metformina; hipotiroidismo tratada con levotiroxina, mal controlado.
RAZÓN DE CONSULTA: pregunta en la farmacia qué puede tomar para aliviar los calambres que tiene durante todo el día, refiriendo que ya ha probado a tomar analgésicos y potasio con magnesio, pero que no mejora.
INTERVENCIÓN: durante la entrevista para conocer sus problemas de salud y su tratamiento farmacológico descubrimos una duplicidad, ya que toma dos medicamentos indicados para la osteoporosis: raloxifeno (modulador selectivo del receptor de estrógenos) y ácido alendrónico (bifosfonato), prescritos por el ginecólogo y el traumatólogo respectivamente. Ambos fármacos producen calambres frecuentemente, por lo que la duplicidad puede incrementarlos. Al comunicar al traumatólogo la situación suprime el bifosfonato. Durante el seguimiento comprobamos que toma el calcio al tiempo que la levotiroxina, posible responsable del mal control tiroideo. Se explica a la paciente la forma correcta de utilizar el calcio, evitando posibles interacciones con otros medicamentos.
RESULTADO: la consulta de la paciente y la incorporación del paciente a un programa de seguimiento en la farmacia comunitaria han permitido detectar una duplicidad. Las recetas en papel, sin que la farmacia tenga un registro de las dispensaciones pasadas pueden provocar importantes errores difícilmente detectables. Con la intervención farmacéutica desaparecen los calambres. Se previenen otros efectos secundarios debido a la duplicidad como tromboembolismo o riesgo de hipertrigliceridemia. Se propone estudio tiroideo.
CONCLUSIONES: para evitar posibles resultados negativos de la medicación, tanto de efectividad como de seguridad, es imprescindible que todo el equipo de salud tenga acceso a la historia clínica. Por tanto, es urgente que el farmacéutico comunitario, como sanitario al que el paciente tiene mayor y más fácil acceso, conozca de manera actualizada la situación sanitaria del paciente, tanto en lo relativo a sus problemas de salud como a su tratamiento farmacológico.