PRESENTACIÓN: hombre de 60 años que acude a medirse la presión arterial (PA) a la farmacia. Sus valores medios el 12 de febrero son de 178/85 mmHg. El paciente es fumador, no diabético, y tiene un IMC<25. Cuando le preguntamos nos comenta que ya tuvo un episodio de PA elevada a principios de 2017, por el que acudió a su médico de atención primaria (MAP) que le prescribió un par de cajas en receta electrónica de un antihipertensivo. El paciente vino a la farmacia, retiró su medicación y comenzó el tratamiento, sin más interacción ni con su MAP ni con la farmacia. Su PA se reguló, y una vez acabado el tratamiento, lo dio por concluido porque nadie le dijo que tuviera que seguir.
INTERVENCIÓN: Se revisa su medicación y efectivamente en febrero de 2017 retiró una caja de Lisinopril/Hidroclorotiazida 20/12.5 mg. Le recomendamos que pida cita en su MAP y que, hasta que acuda a la consulta, venga por la farmacia a medirse la PA para que pueda llevarle al médico. La PA aislada en la farmacia fue 172/76 (13/2/18), 165/71 (14/1/18). Al mismo tiempo hablamos con él sobre la enfermedad, explicándole que una vez diagnosticada y tratada no debe abandonarse el tratamiento antihipertensivo.
RESULTADO: cuando el paciente acude al MAP con todas las medidas registradas en la farmacia, éste instaura de nuevo el tratamiento antihipertensivo y refuerza las indicaciones ya dadas en la farmacia sobre adherencia del tratamiento. Justo al día siguiente de comenzar de nuevo con el antihipertensivo comienzan a regularse las cifras tensionales, siendo los valores 1 hora después de tomarlo de 136/72.
CONCLUSIONES: ni la farmacia ni el MAP supimos darle a este paciente en su momento la información adecuada sobre la HTA ni sobre el tratamiento. El resultado se ha hecho patente de manera inmediata con una crisis hipertensiva que nos ha servido como segunda oportunidad para realizar, esta vez sí, una atención adecuada al paciente. La medida de PA se presenta como una oportunidad de acercamiento al paciente, pero si algo deja patente este caso es la necesidad de realizar correctamente la dispensación, tarea eminentemente farmacéutica, y no siempre suficientemente valorada ni correctamente realizada. Esto es especialmente importante en nuevos tratamientos que requieren incluso un seguimiento a corto plazo a ese paciente para garantizar la adherencia al tratamiento.