Farm Comunitarios. 2017 Jun 30;9(2):5-23. doi: 10.5672/FC.2173-9218.(2017/Vol9).002.02

Evaluación en farmacias comunitarias del estado nutricional de mayores de 65 años

Introducción

El envejecimiento es un proceso natural del ser humano que cada persona experimenta con diferente intensidad. En la actualidad es difícil establecer el comienzo de esta etapa de vida en función exclusiva de la edad. No obstante, se considera que una persona es adulta mayor a partir de los 60-65 años [1]. España, junto a Italia y Japón, encabeza este proceso de envejecimiento a nivel mundial estimándose que en el año 2050 cerca del 35% de nuestra población superará los 65 años [2].

Durante esta etapa se producen modificaciones importantes en la composición corporal (disminución de la masa magra, aumento de la masa grasa y disminución de la masa ósea), en el funcionamiento del aparato digestivo (reducción de la función motora, cambios en la secreción, alteración en mecanismos reguladores, etc.), en la actividad metabólica (disminución del metabolismo basal, alteración del metabolismo de hidratos de carbono, disminución del de lípidos y proteínas) y en otros aspectos fisiológicos (pérdidas dentarias, disminución de las papilas gustativas, disminución de la percepción del olfato, pérdida de agudeza visual, etc.) [3,4].

Todos estos cambios generan una ingesta inadecuada de alimentos, un deterioro o alteración en la capacidad para digerir, absorber y metabolizar nutrientes o una alteración de la utilización de ellos, provocando así que un gran porcentaje de adultos mayores estén en riesgo de malnutrición o malnutridos [5].

La malnutrición se considera un síndrome geriátrico que podría definirse como una alteración en las etapas de la nutrición, tanto por déficit que conlleva a la desnutrición; como por exceso que trae consigo la obesidad, es decir, es el resultado de un desequilibrio entre las necesidades corporales y la ingesta de nutrientes [6,7]. Ésta produce alteraciones del estado inmunitario, complicaciones de patologías existentes, etc. Es decir, un aumento de morbi-mortalidad. Su prevalencia oscila entre un 3-5% mayoritariamente, aunque llega hasta un 44,7% en personas no institucionalizadas [8], un 40% en hospitales [9,10] y más de un 50% en personas ingresadas en instituciones o residencias [11]. 

Sin embargo, la mayoría de los problemas nutricionales encontrados en este colectivo se podrían solucionar si se llevasen a cabo planes estructurados de detección de malnutrición y evaluaciones nutricionales tempranas con la intención de intervenir en mejorar dicho estado nutricional, mejorando así su calidad de vida [12,13].

En los mayores diabéticos, con el envejecimiento se produce de manera fisiológica una pérdida de sensibilidad a la insulina. El sobrepeso y la obesidad son frecuentes en la población mayor con diabetes; además, se produce una redistribución de la grasa corporal, con un incremento de la adiposidad visceral. Otros factores que contribuyen a la resistencia insulínica son las modificaciones en el estilo de vida que se dan en individuos de edad avanzada (reducción de la actividad física, cambios en la dieta con una mayor ingesta de alimentos ricos en grasas saturadas, ricas en azúcares simples y pobres en carbohidratos complejos), y un mayor consumo de fármacos que interfieren el metabolismo hidrocarbonado. De esta manera, los mayores con diabetes son pacientes con alto riesgo de desnutrición, llegando a padecerla, según algunos estudios, un 50% de los mismos [14].

La evaluación del estado nutricional no solo permite identificar o diagnosticar a los grupos vulnerables con riesgo de malnutrición sino también sirve para controlar la eficacia de tratamientos nutricionales y/o farmacológicos, establecer valores de referencias y desarrollar programas de prevención y/o tratamientos en nutrición y salud.

La valoración nutricional geriátrica siempre está precedida por un cribado nutricional, cuyo objetivo es detectar sujetos con riesgo de malnutrición o malnutridos que ha de ser sometidos a una valoración completa para establecer el diagnóstico nutricional e implementar un plan de actuación personalizado. El cribado nutricional periódico es, por tanto, fundamental para poder intervenir y mejorar el estado de salud y la calidad de vida de los usuarios y la farmacia comunitaria es el centro sanitario que la población tiene más cercano y donde puede dirigirse sin cita previa, de modo que la accesibilidad y la cercanía influye en la alta frecuencia de visitas y en muchas consultas de salud, Además, la formación sanitaria del farmacéutico y su formación complementaria en nutrición, hacen de él el profesional más adecuado para llevarlo a cabo.

La mayoría de los estudios nutricionales en ancianos se han llevado a cabo en instituciones cerradas (residencias u hospitales) [9-11] y muy pocos en ancianos no institucionalizados, los cuales también tienen un riesgo elevado de malnutrición [8]. En farmacia comunitaria existen algunas experiencias como el Plenufar 3 dirigido a personas mayores de 65 años, que se llevó a cabo en 2005 en farmacias, centros de personas mayores y otros lugares como asociaciones de amas de casa, centros cívicos, etc. Entre sus objetivos se incluían el asesoramiento a las personas mayores en hábitos dietéticos saludables y valoración del estado nutricional de personas mayores de 65 años [15]. Se encuentran también comunicaciones a congresos sobre valoración nutricional de mayores en farmacias comunitarias [16-19], pero muy pocos artículos publicados y no de actualidad [20,21].

Con el presente trabajo, el Grupo de Diabetes de Sefac en colaboración con la Federación Española de Diabetes (FEDE) pretende documentar la idoneidad del farmacéutico desde la farmacia comunitaria para realizar cribados nutricionales en las farmacias comunitarias españolas.

Objetivos

Objetivo principal

Evaluar el estado nutricional de las personas mayores de 65 años con diabetes, que acuden a la farmacia comunitaria comparando personas con diabetes y sin diabetes.

Objetivos secundarios

• Determinar las características antropométricas de los mayores de 65 años, en función del sexo y de ser o no diabéticos.

• Analizar las respuestas al cuestionario Mini Nutritional Assessment (MNA) y su puntuación global, según sexo y padecer o no diabetes.

• Analizar las diferencias en riesgo de malnutrición en función del sexo y de ser o no diabético.

Métodos

Diseño y ámbito

Estudio observacional transversal realizado en farmacias comunitarias españolas, desde el 9 de noviembre hasta el 9 de diciembre de 2015.

Sujetos

Criterios de inclusión: personas de 65 años o más que acuden a la farmacia, con capacidad suficiente para contestar y que consientan hacerlo.

Criterios de exclusión: menores de 65 años, no capacitadas para cumplimentar el cuestionario o que se nieguen a participar.

Tamaño muestral

El universo muestral son los usuarios de las farmacias comunitarias españolas cuyos farmacéuticos son socios de Sefac. Para el cálculo del tamaño muestral se tuvo en cuenta que la población española es de 46.449.565 habitantes y que los individuos de 65 años y más son 5.388.895 [22]. Para conseguir una precisión del 3,0% en la estimación de una proporción mediante un intervalo de confianza asintótico normal con corrección para poblaciones finitas al 95% bilateral, asumiendo que la proporción esperada es del 50% se estimó necesario incluir  1.060 unidades experimentales totales en el estudio. El porcentaje de diabéticos diagnosticados es del 7%, por lo que la población de diabéticos españoles es de 3.080.000 [23]. Por lo tanto, para conseguir una precisión del 1,0% en la estimación de una proporción mediante un intervalo de confianza asintótico normal con corrección para poblaciones finitas al 95% bilateral, asumiendo una proporción esperada del 50%, y considerando unas pérdidas del 20%, era necesario incluir 462 diabéticos en el estudio.

Variables

Edad (años), sexo (H/M), peso (kg), talla (m), índice de masa corporal (IMC) (kg/m2), circunferencia de la pantorrilla (CP) (cm), diabetes (Sí/No), y las preguntas del cuestionario Mini Nutritional Assessment (MNA) [24]: <17 puntos, desnutrición; 17-23,5 puntos, riesgo de desnutrición; 24-30 puntos, estado nutricional normal.

El MNA es el cuestionario con mayor aceptación, validez y utilización a nivel mundial para detectar situaciones de riesgo de malnutrición o de malnutrición sin necesidad de recurrir a técnicas complejas [25]. Aunque puede ser autoadministrado, en este estudio fue administrado por los farmacéuticos comunitarios. Se utilizó la forma completa, recomendada por la Sociedad Española de Nutrición Parenteral y Enteral (SENPE) para ser usada en población mayor de 65 años [25]. Consta de dos partes: la primera contiene 6 ítems a partir de los cuales se obtiene una puntuación (0, 0,5, 1, 2 o 3) que permite clasificar a los ancianos como bien nutridos, en riesgo de malnutrición o malnutridos. La segunda parte está formada por 12 ítems referentes a parámetros antropométricos, cuestiones referidas a la ingesta de alimentos, a la valoración general de la salud del paciente y a la percepción que tiene el propio paciente sobre su estado nutricional y de salud. Una vez completada se obtiene una puntuación total que permite conocer si el sujeto se encuentra bien nutrido, en riesgo de malnutrición o malnutrido.

Procedimiento

Se informó del proyecto a los socios de Sefac y se permitió la inscripción de 100 socios de toda España, a los cuales se envió el material impreso: cuestionario MNA, cartel de captación, protocolo de trabajo, procedimientos normalizados de trabajo (PNT) para las determinaciones antropométricas, consejos nutricionales y decálogo de consejos higiénico-dietéticos para entregar a los mayores participantes (anexos 1-7).

1. Ofrecimiento a los usuarios de 65 años o más, que acuden a la farmacia entre 9 de noviembre y 9 de diciembre de 2015.

2. Realizar las determinaciones antropométricas.

3. Cumplimentación de la encuesta.

4. Intervención del farmacéutico: información al paciente de su estado nutricional, su significado y recordatorio, entregándole información escrita, de la importancia de los hábitos higiénico-dietéticos saludables. En caso de desnutrición, derivación al médico con copia del resultado del MNA. 

5. Los resultados se registraron de manera anónima en un formulario desarrollado ad hoc disponible en la página web de Sefac.

Análisis estadístico

Se utilizó el programa G-Stat® 2.0 (Glaxo Smithkline). Los datos cualitativos se expresan como porcentajes y los cuantitativos como media ± desviación estándar. Los límites de confianza se calculan al 95% (IC). Se utilizó el test de chi-cuadrado para comparación de proporciones o la prueba de Fisher en el caso de muestras pequeñas. Para comparar medias se empleó la T-Student para variables que siguen una distribución normal (Test de Kolmogorov con las correcciones de Lilliefors) y los test no paramétricos U-Mann-Withney o Wilcoxon, para variables sin distribución normal. Las correlaciones se determinaron mediante la r de Pearson o Rho de Spearman según fueran o no variables paramétricas. La significación estadística se fijó en p <0,05.

Consideraciones éticas

El estudio cumple los criterios exigidos por el Comité de Etica de Investigación de la Universidad CEU San Pablo de Madrid. Los participantes firmaron un documento de consentimiento informado sobre el estudio a realizar. Aunque en la hoja de registro se recogían los datos personales del mayor participante, el volcado en la web de Sefac se realizaba de forma anónima.

Resultados

Se inscribieron 139 socios, de los que se admitieron los 100 primeros. Completaron envíos de manera correcta, dentro del plazo establecido, 72 farmacéuticos pertenecientes a todas las comunidades autónomas excepto Ceuta y Melilla (tabla 1). Se recibieron 1.095 formularios enviados en plazo, de los que 1.078 estaban correctamente cumplimentados.


Tabla 1 Número de farmacias participantes distribuidas por comunidad autónoma



Distribución de la muestra en función del IMC y sexo
Figura 1 Distribución de la muestra en función del IMC y sexo


De los 1.078 usuarios entrevistados, 652 (60,5%) eran mujeres. 461 (42,8%) eran diabéticos. En la tabla 2 se muestran los datos antropométricos de la muestra. El 77,4% de los entrevistados tenía sobrepeso u obesidad, siendo mayor entre los hombres (80,8%) que entre las mujeres (74,6%) (figura 1).

 

Tabla 2 Datos antropométricos de la muestra
Datos antropométricos de la muestra
IMC: índice de masa corporal.


Los resultados del cuestionario MNA, con el número y porcentaje de entrevistados para cada posible respuesta a los ítems se presentan en la tabla 3. En la tabla 4 su distribución y la del IMC según la estratificación etaria.

La puntuación total del MNA fue de 23,6±4,3 significativamente mayor en hombres que en mujeres (24,3±3,7 vs 23,3±4,5  p<0,0001), tanto en diabéticos (23,9±3,6 vs 22,8±4,3 p<0,01) como en no diabéticos (24,5±4,3 vs 23,8±4,2 p<0,01).

La puntuación de los entrevistados con CP<31(19,6±5,6) es significativamente inferior a la puntuación de los entrevistados con CP>31 (24,6±3,3) (p<0,001). En la tabla 5 se muestran los resultados en función del estado nutricional y el CP.


Tabla 3 Puntuación a las distintas preguntas del cuestionario MNA
Puntuación a las distintas preguntas del cuestionario MNA
MNA: Mini Nutritional Assessment.



Tabla 4 Resultados IMC medio y MNA en función de rango de edad y sexo
Resultados IMC medio y MNA en función de rango de edad y sexo

Tabla 5 Valoración nutricional en función de la CP
Valoración nutricional en función de la CP
CP: circunferencia de pantorrilla.

 

En la tabla 6 se presenta la valoración nutricional en función del MNA y sexo. El porcentaje de mujeres en situación de riesgo de malnutrición y malnutrición fue superior al de los hombres: 46,3% vs 32,4% p<0,0001.

En la comparación entre los encuestados con y sin diabetes, encontramos que las únicas diferencias estadísticamente significativas, desde el punto de vista antropométrico, entre ambos grupos, fueron el IMC, mayor en diabéticos (29,0±4,8) que en no diabéticos (28,3±4,8) p=0,0173, y el porcentaje de individuos con CP<31: diabéticos 108 (23,7%) vs no diabéticos 88 (14,4%) p<0,001 (tabla 7). El porcentaje de individuos con sobrepeso u obesidad fue también mayor en diabéticos 369 (80,1%) que en no diabéticos 689 (74,7%).

El porcentaje de diabéticos en situación de riesgo de malnutrición y malnutrición es superior al de los no diabéticos 216 (46,7%) vs 224 (36,3%) p=0,0022 (tabla 6). Mayor entre las mujeres que entre los hombres 139 (52,4%) vs 76 (39,3%) p=0,0075 (tabla 6).


Tabla 6 Valoración nutricional en función del MNA y sexo y MNA, sexo y la condición diabetes
Valoración nutricional en función del MNA y sexo y MNA, sexo y la condición diabetes
MNA: Mini Nutritional Assessment.

 

Tabla 7 Datos antropométricos en función de la condición diabetes

Datos antropométricos en función de la condición diabetes
CP: circunferencia de pantorrilla.


Se encontraron diferencias significativas entre diabéticos y no diabéticos en las respuestas a las siguientes preguntas:

H. ¿Toma más de 3 medicamentos al día? La contestación SÍ es más frecuente en los diabéticos (81,9%) que entre los no diabéticos (60,1%), p<0,0001.

I. ¿Úlceras o lesiones cutáneas? La contestación SÍ es más frecuente en los diabéticos (13,4%) que entre los no diabéticos (8,7%), p=0,0144.

O. ¿Se considera el paciente que está bien nutrido? (problemas nutricionales). El 73,1% de los diabéticos consideran que no tienen problemas de nutrición frente al 80,7% de los no diabéticos p=0,0132.

P. En comparación con las personas de su edad, ¿cómo encuentra el paciente su estado de salud? El 16,9% de los diabéticos consideran peor su estado de salud frente al 12,8% de los no diabéticos. Y el 30,1% de los diabéticos consideran mejor su estado de salud frente al 45,9% de los no diabéticos,

Discusión

Al pretender captar una muestra representativa en España no se pudo realizar una formación presencial con todos los farmacéuticos participantes, salvo por información escrita, pudiendo existir así diferencias en la interpretación de las respuestas al cuestionario MNA, en la realización de las medidas antropométricas y en el calibrado de los distintos aparatos utilizados para la medida del peso, la talla y la distancia de talón-rodilla.

En relación a la selección de las farmacias, se intentó seguir el criterio de proporcionalidad en el territorio español para conseguir así una muestra representativa de personas mayores de 65 años que acuden a las farmacias comunitarias, pero la limitación de financiación de SEFAC limitó el reclutamiento a 100 farmacias y por tanto acotó el número de mayores participantes. A pesar de ello, consideramos que la muestra final de 1.078 personas es una muestra amplia y permite obtener una estimación fiable de la malnutrición y del riesgo de malnutrición de la población mayor en España. En este sentido, aunque la captación de participantes se hizo de manera aleatorizada, y se recalcó el rigor en su aplicación durante la formación de los farmacéuticos participantes, no se descarta, como en todos los estudios de este tipo, un mínimo sesgo en la selección. La presencia del cartel anunciador también pudo estimular el interés de participantes que ya consideraban tener problemas.

Otra limitación existente es relativa al resultado de la pregunta C del MNA, sobre movilidad, ya que en el presente estudio tuvo siempre la misma respuesta pues todos los participantes salían de casa al haber sido realizado el cuestionario en la farmacia.

La mayoría de los entrevistados fueron mujeres (60,5%), siendo casi la mitad diabéticos (42,8%). La muestra obtenida representa la población que acude a la farmacia, aunque se aproxima a la población general ya que según el Instituto Nacional de Estadística, el sexo predominante en la vejez es el femenino, suponiendo un 63,8% de la población general [26].

Los resultados obtenidos en el presente estudio ponen de manifiesto que el 7,1% de las personas mayores de 65 años que acuden a las farmacias españolas presentan malnutrición, coincidiendo con la prevalencia que existe a nivel nacional (5-8%) [8]. Malnutrición que resultó mayor en mujeres que en los hombres. Resultó además que el 33,8% de los entrevistados presentaban riesgo de malnutrición, por lo que en conjunto el porcentaje de mayores de 65 años con malnutrición y riesgo de padecerla que detectamos es del 40,9%.

Existe una gran variabilidad de resultados al comparar los obtenidos en este estudio con otros diferentes realizados en España con personas mayores no institucionalizadas. A excepción del realizado en 2009 por De la Montaña et al [27], que obtienen un porcentaje de pacientes con malnutrición del 12,5% y riesgo de desnutrición del 57,5%, los resultados obtenidos en los demás estudios revisados son inferiores a los del nuestro: 0,5% a 3,8% en malnutrición y 4,5%-30,3 en riesgo de malnutrición [15,28-33]. Por lo que los datos obtenidos en nuestro estudio representan el porcentaje de prevalencia de malnutrición y de riesgo de malnutrición más elevados en la actualidad de España en ancianos no institucionalizados.

En el ámbito europeo, con los mismos parámetros de medición, nos encontramos con porcentajes de malnutrición ligeramente inferiores al nuestro (1-3%) [34-36], pero con una población en riesgo superior (48%) [34].

Vivir solo es un factor de riesgo importante de malnutrición [26]. En la respuesta a la pregunta G (¿El paciente vive independiente en su domicilio?) resulta que el 82% de las personas encuestadas en nuestro estudio viven solas, por lo que ésta puede ser una razón del elevado porcentaje de malnutrición o riesgo de malnutrición encontrado.

Al analizar los resultados del cuestionario MNA por tramos de edad, vemos que a mayor edad, la puntuación del MNA es menor y que la diferencia entre los sexos no existe para el tramo de edad entre 65 y 74 años; pero si hemos encontrado que la puntuación es mayor en los hombres que en las mujeres de 75 a 84 años, y menor en hombres de 85 o más años. Estos resultados no se pueden comparar con otros estudios ya que no establecen los mismos tramos de edad, pero también aprecian una tendencia al incremento del riesgo que coincide con el proceso natural de envejecimiento que condiciona la capacidad nutricional de las personas [29]. 

La media del IMC fue 28,6 kg/m2 (sobrepeso), dato similar al encontrado por Méndez et al [37] en 2013 y un poco mayor que Lardies et al [11] en 2015. En nuestro estudio más de las tres cuartas partes de los participantes tenían sobrepeso/obesidad y solamente 7 (0,7%) presentaban desnutrición según este parámetro antropométrico (SENPE-SEGG) [26]. Este 1% de desnutrición obtenido mediante el IMC está muy lejos del 7,1% resultante del cuestionario MNA. La razón es que con el cuestionario no medimos desnutrición sino malnutrición, que engloba valores por debajo y por encima del IMC, ya que personas con IMC en el rango de sobrepeso/obesidad, incluso en normalidad, pueden padecer malnutrición. Así, con el IMC el porcentaje de desnutrición entre sexos no varía, pero sí es mayor el porcentaje de sobrepeso/obesidad en hombres que en mujeres y, sin embargo, según el MNA el riesgo de desnutrición y malnutrición es mayor en las mujeres.

Dentro de las medidas antropométricas, la CP es un indicador del tejido muscular y graso, parámetro de gran importancia en la determinación de la composición corporal en personas mayores, aunque todavía no está validado. Actualmente no existe ningún punto de corte internacionalmente aceptado y utilizado para clasificar la CP, por lo que estudios previos [21,38] usaron como punto de corte el que figura en el cuestionario MNA. 

La puntuación del MNA de los participantes de nuestro estudio con CP<31 cm (19,6±5,6) es significativamente (p<0.001) inferior a la puntuación del MNA de los encuestados con CP> 31 cm (24,6±3,3). Estos valores concuerdan con la asociación que hicieron Cuervo et al [21], donde para establecer la relación entre una situación de malnutrición y la CP seleccionaron al grupo con MNA≤23,5 puntos como riesgo de malnutrición y aquellos con >24 puntos como población sin riesgo. Encontraron que la media de los individuos con menor CP estaba dentro del intervalo definido como riesgo de desnutrición y la media de aquellos con mayor CP indicaba no existir riesgo de desnutrición, tanto en hombre como mujeres. 

Con respecto a las diferencias entre diabéticos y no diabéticos, fue difícil comparar nuestros resultados con otros estudios de carácter similar. En 2015, Lardiés et al [11] compararon el estado nutricional entre ambos grupos en personas institucionalizadas. Obtuvieron una proporción menor de diabéticos (21,7%) en comparación con la nuestra (42,8%), con un predominio de las mujeres (57,6%) similar al nuestro (60,5%). Encontraron diferencias estadísticamente significativas (p<0,05) en el peso (65,3±13,2), IMC (27,9±5,4) y otras medidas antropométricas que en nuestro estudio no se realizaron, a diferencia de nuestro trabajo donde la única diferencia estadísticamente significativa fue el IMC, mayor en diabéticos (29,0±4.8). En cuanto a prevalencia de malnutrición encuentran mayor riesgo (45,5% muestra total y 52,2% diabéticos), coincidente con el hecho de que el riesgo de malnutrición actual en España es mayor en personas mayores institucionalizadas que en no institucionalizadas.

Desde principios del siglo xx se ha producido en España un significativo crecimiento de la población debido a la mejora de las condiciones de vida, la alimentación, la higiene y la atención sanitaria. Este crecimiento ha sido paralelo a un proceso de envejecimiento como consecuencia de la baja tasa de natalidad y del aumento de la longevidad [25], llegando hasta los 82,1 años de esperanza de vida media en la actualidad. En esta población mayor se observa un aumento en el riesgo de malnutrición que puede provocar el desarrollo y/o empeoramiento de ciertas patologías [39]. 

Los resultados de nuestro estudio muestran que la malnutrición y el riesgo de malnutrición son un problema importante en la mayoría de las personas con más de 65 años afectando en mayor grado a mujeres y a diabéticos. Es importante, por tanto, realizar estudios para conocer y prevenir estas situaciones de malnutrición en las personas mayores, desarrollando programas educacionales y asistenciales que contribuyan a mejorar su estado nutricional y por tanto su calidad de vida. El estudio que se presenta muestra que la farmacia comunitaria es un ámbito adecuado para la detección de este tipo de problemas y por lo tanto puede colaborar de manera significativa en su solución.

Agradecimientos

A todos los farmacéuticos participantes en el estudio: Mera Gallego I, Ferrer Ubeda JA, Moya Aragón C, Ruiz Lara AM, Cortés Botella P, Mera Gallego R, Fornaris Ramis A, Daries Alfonso C, Calle Pérez JL, Hernández Marrero MR, Luque del Moral R, Castillo Fernández AR, Escribá Martí P, Fernández Veiga A, García Zaragoza ME, Granell Vidal L, Molinero Crespo A, Muruzábal Ardanaz C, Pérez Belda E, Rodríguez Sampedro A, Soler Saura JL, Adzet Panades E, Alba Palomo JR, Amat Olcina C, Fondevila Estévez S, García Rodríguez P, Martí Escursell MR, Martínez-Moya Bernal P, Montalbán Soler L, Morillo Lisa RM, Plaza Zamora FJ, Ruiz de Castañeda Gallego J, Salar Ibáñez L, Sánchez Marcos N, Santamaría López JM, Velert Vila J, Alonso Lovera P, Álvarez Cejudo C, Baltar Bescansa O, Barrionuevo Torres A, Burgos Reques A, Cantero Angulo JJ, de Andrés Dirube A, de Diego Colilla V, Esteve González A, Ferrer Estrela F, García Llaneza E, García Moreno L, García Vivancos MC, Martín Lázaro R, Méndez Mora-Figueroa P, Moreno Cascales MC, Murillo Fernández MD, Orenes Barceló M, Pascual Rovira I, Peris Molina MT, Raíces Madriñán MC, Ruiz Martínez I, San Martín Ursa R, Tejedor García N, Villarroya Pérez A, Peña Ros JE, Urcullu Donat B, Souto Bethencourt I, Pérez y Piedrahita MN, Sánchez Martínez RC, Carbonell Ferrer L, Gómez Pérez M, Martínez Márquez M, Carrasco Fernández G, Marrón Souto E, Fornos Pérez JA.

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