OBJETIVOS: el objetivo primario de este estudio fue estudiar el grado de conocimiento del paciente anticoagulado sobre su enfermedad y tratamiento.
MATERIAL Y MÉTODO: se diseñó un estudio observacional, descriptivo, transversal y multicéntrico. La población de estudio la formaron todos los pacientes, de edad igual o superior a 65 años, que acuden a las farmacias comunitarias del territorio español incluidas en el estudio con receta médica, a retirar uno o más medicamentos concretos pertenecientes al grupo terapéutico B01AA de la guía ATC (antagonistas de la vitamina K) para uso propio, o los cuidadores de los mismos, susceptibles de ofertarles el servicio de dispensación, y que aceptaron rellenar el cuestionario. El farmacéutico voluntario ofreció participar en el estudio a todo aquel usuario que cumplía los criterios y dio su consentimiento para participar en el estudio, hasta completar un total de tres encuestas por farmacéutico. Se realizó un análisis descriptivo de los datos con SPSS 15.0, utilizando la media y desviación estándar para las variables cuantitativas y las frecuencias y porcentajes para las cualitativas.
RESULTADOS: se recibieron 4.350 encuestas, de las cuales se excluyeron 563 (23 por falta de datos y 540 por ser pacientes menores de 65 años). Los principales resultados de estas encuestas fueron: que sólo el 28,8 por ciento de los encuestados sabe que existen anticoagulantes orales clásicos y de nueva generación; que sólo el 15 por ciento de los encuestados afirma que alguna vez su médico le ha explicado (y él ha entendido) las diferencias existentes entre los diferentes anticoagulantes; que el 35 por ciento de los encuestados piensa erróneamente que el tratamiento con anticoagulantes orales de la nueva generación requiere hacerse controles de INR; que un 26 por ciento de los encuestados no sabe que un paciente bien controlado debe encontrarse en un rango de INR de 2-3; que el 32 por ciento de los encuestados piensa erróneamente que los anticoagulantes orales de la nueva generación presentan interacciones con alimentos y bebidas; que el 35 por ciento de los encuestados piensa erróneamente que los anticoagulantes orales de la nueva generación presentan muchas interacciones con otros fármacos; y que el 56 por ciento de los encuestados ha indicado que el hecho de estar anticoagulado influye en su calidad de vida.
CONCLUSIONES: el grado de conocimiento del paciente anticoagulado sobre su enfermedad y tratamiento es muy bajo. Este bajo conocimiento puede afectar a la calidad de vida de los pacientes y producir interacciones con alimentos, bebidas y otros fármacos, pudiendo deteriorar su salud.