PRESENTACIÓN: mujer de 86 años, polimedicada, tiene dos stents, padece diverticulitis e insuficiencia renal incipiente. Desde hace días está cansada, fatigada y mareada y como se siente peor acude a la farmacia comunitaria a medirse la presión arterial. Siguiendo el protocolo establecido en las guías se obtienen los siguientes valores:1º medida: PAS/PAD 12/6 (mmHg) FC 82 ppm2º medida: PAS/PAD 9.6/4 (mmHg) FC 86 ppm3º medida (tras 15 minutos) PAS/PAD 9/4 (mmHg) FC 85 ppm.
EVALUACIÓN: con el fin de valorar si existe algún problema relacionado con los medicamentos (PRM) se revisan las prescripciones de su receta electrónica y se identifican los siguientes: Rifamixina: inseguridad no cuantitativa, pauta 1/8 h continuada durante años. En ficha técnica se indica no sobrepasar los 7 días de tratamiento. Furosemida: inseguridad cuantitativa, pauta en receta 3/24 (1-0.5-0). Desde hace un mes la pauta utilizada es, bajo indicación médica telefónica (1.5-1-0) Metamizol: inseguridad no cuantitativa, pauta 1/8 h. En ficha técnica se indica del riesgo de hipotensión severa, frecuentes (≥1/1000 y <1/100), dependiente de dosis y que se incrementa en hipovolemia o deshidratación.
INTERVENCIÓN: se deriva al paciente a urgencias para valoración y se le cita para entregar carta de derivación al nefrólogo con el que tiene revisión en unos días.
RESULTADO: el médico valora los PRM indicados y realiza los siguientes cambios: Rifamixina: 1/8 h los primeros 7 días de cada mesFurosemida: 1.5/24h (1-0.5-0) Metamizol: se sustituye por tramadol 37.5 mg/ paracetamol 325 mg 1/12 hCleboprida 500 mcg/ simeticona 200 mg: 1/8 h si dolor abdominal Además, el médico indica seguimiento de presión arterial en la farmacia comunitaria. Tras los cambios la paciente se encuentra mejor y sus valores de presión arterial se han normalizado con una media PAS/PAD 13/7 (mmHg) FC 72 ppm.
COMENTARIO FINAL: la pandemia por coronavirus ha provocado cambios en el modelo asistencial sustituyendo, mayoritariamente, las consultas presenciales por telefónicas lo que ha dificultado el control y seguimiento de pacientes crónicos. Además, las indicaciones dadas de esta forma han originado confusiones bien porque el paciente no las entendía correctamente, porque no se les facilitaba la hoja de tratamiento o soporte de papel en la que consultarlas, o bien porque los cambios no se reflejaban en su receta electrónica. El papel del farmacéutico comunitario como prestador de servicios profesionales es clave.