INTRODUCCIÓN: entre las intervenciones de FARMAMUNDI se encuentra la creación o consolidación de redes de distribución de medicamentos a través de farmacias sociales o botiquines comunitarios en zonas de escasos recursos económicos e inaccesibilidad geográfica a medicamentos esenciales. Son las llamadas “Ventas Sociales de Medicamentos” (VSM), establecimientos acondicionados en locales o viviendas, desde donde se pretende mejorar este acceso a medicamentos de la comunidad involucrando a personal local.
OBJETIVO: analizar y ofrecer un balance de las fortalezas y debilidades de estas actuaciones a partir de tres proyectos finalizados en Nicaragua, Guatemala y El Salvador, y el impacto que tienen para la población con menos recursos económicos sobre el acceso a medicamentos esenciales de calidad y bajo costo, y sobre su uso racional.
MÉTODO Y MATERIAL: se trata de un estudio cualitativo a partir de la información extraída de los expedientes completos de los 3 proyectos y sus evaluaciones finales, así como de las encuestas a dispensadores y usuarios.
RESULTADOS: este análisis muestra que los resultados de las VSM implantadas en estos proyectos son eficaces, permitiendo la dispensación de medicamentos de calidad y bajo costo; son eficientes, siendo la gestión económica de sus recursos adecuada y acorde con las actividades realizadas, como la dispensación de medicamentos y fomento de su uso racional, así como acciones de promoción de la salud; y son sostenibles y de fácil implantación, ya que a partir de una dotación inicial, los propios actores son capaces de mantenerlas tras la retirada de la ayuda externa. Las implantaciones de estas VSM fueron pertinentes, por su adecuación al contexto y necesidades de la población generando un impacto económico y social positivo en la población beneficiaria. Además, son satisfactorias según manifestación de los usuarios por una mejor accesibilidad y asequibilidad de los medicamentos.
CONCLUSIONES: las Ventas Sociales de Medicamentos facilitan la accesibilidad y asequibilidad a medicamentos de calidad a la población con menos recursos e integran a las comunidades involucrándolas en su funcionamiento, lo que contribuye a su consolidación y sostenibilidad. Se mejora la información sobre el uso racional de los medicamentos, así como las capacidades y habilidades en prevención y promoción de la salud de la población gracias a las capacitaciones de los dispensadores que desempeñan un importante papel de promotores de salud. Se añade un eje transversal, que es la promoción de la equidad de género con la incorporación de la mujer en cada uno de estos procesos. Aparecen, sin embargo, retos importantes como el de abastecimiento regular de medicamentos, la falta de control en la calidad o la falta de recursos y apoyo institucional, que pueden poner en peligro el frágil equilibrio de viabilidad y autosostenibilidad, haciendo imprescindible la intersectorialidad con otras instituciones o ejes de intervención.